Abrimos nuestra crónica
con las últimas noticias. El domingo, 16 de marzo, comenzaban a última
hora los ejercicios los religiosos de la casa, a quienes se habían unido
algunos de otras comunidades: padre José Antonio Asenjo, de Logroño;
padre Víctor García, de Madrid, y padre Manuel Gutiérrez, de la
provincia Nuestra Señora de la Consolación. Mientras el prior atendía
los múltiples compromisos en el monasterio y en las parroquias vecinas,
la comunidad religiosa, bajo la dirección del padre Isidro Ímaz, de la
comunidad agustino-recoleta de Burgos, se ocupaban de las cosas de Dios.
Aprovecharon bien estos días, a juzgar por el ambiente de silencio que
reinó en la casa, únicamente quebrantado por las visitas a la habitación
del padre Cirilo —muy delicado de salud—, obras que también son del
agrado de Dios.
El padre Cirilo Labarta,
que con la salud un tanto mermada había ido a Olite con ocasión de las
vacaciones de Navidad, alargó varias semanas la estancia. Los días
transcurridos en su querido pueblo dejaron huella en su delicada salud.
Al regreso, el convento casi quedó reducido para él a su celda. Asistido
en todo momento por la comunidad religiosa y por su su hermana Paquita,
la noche del 31 de abril descansaba en el Señor. A las 18.30 horas del 1
de abril, sus restos mortales eran trasladados desde la capilla ardiente
por las escaleras reales y el claustro procesional del monasterio de
Yuso a la iglesia parroquial, donde se celebra la misa de cuerpo
presente. Allí estaban congregados los hermanos y sobrinos, casi medio
centenar de religiosos agustinos recoletos y sacerdotes amigos, una
representación del pueblo Olite, los feligreses de San Millán de la
Cogolla a quienes, como párroco, atendió durante varios años, numerosas
personas de los pueblos vecinos y allegadas a la comunidad religiosas.
En una ceremonia solemne, se celebra la misa de exequias, tras la cual
es conducido a la capilla del cementerio donde reposa junto con otros
muchos agustinos recoletos fallecidos en los 125 años de presencia de la
Orden en el monasterio de Yuso.
Se ha incorporada a la
lista de enfermos el padre Jesús Antonio Estebas. Una ligera
indisposición aconsejó visitar el hospital San Millán en la capital
riojana. Tras horas de espera en lo que se denomina servicios de
urgencia, fue internado para una sencilla intervención en la vejiga.
Después de doce días de hospitalización ha vuelto con nosotros, y
nuevamente desempeña con el celo pastoral característico las
responsabilidades parroquiales en los pueblos del Valle. También el
padre Jesús del Pozo continúa con sus achaques. Menos mal que las gripes
nos han respetado. Y en ello algo habrá tenido que ver la solicitud de
médico por habernos vacunarnos a todos.
En otros campos,
podríamos destacar el capítulo siempre novedoso de las obras. Las que se
realizan en la planta del antiguo noviciado mantienen el ritmo previsto,
y en estas fechas podemos decir que están muy avanzadas: la instalación
eléctrica se halla en la última fase, y también lo que es trabajo de
fontanería. Tras colocar ventanas nuevas, ahora están con el enfoscado
de las habitaciones, una vez retiradas las capas de yeso y pintura que
sucesivamente habían recibido las paredes. La construcción de la nueva
portería también ha finalizado, y sólo falta el trámite de entrega
formal que la empresa constructora debe hacer a la entidad que la ha
financiado, la Fundación San Millán, y ésta a la comunidad religiosa,
como propietaria del edificio.
Del apartado de
acontecimientos sociales, destacamos el que tuvo lugar el 10 de marzo,
cuando el presidente de Iberdrola, Don Íñigo Oriol de Ybarra, visitaba y
hacía entrega oficial de las restauraciones de la iglesia, que había
financiado la entidad que él preside: rejería de las capillas,
púlpitos..., y se comprometía públicamente ante las máximas autoridades
de La Rioja y representantes de los distintos organismos relacionados
con la Fundación San Millán a seguir financiando, como patrón de la
misma, nuevos proyectos, especialmente los relaciones con la iluminación
del templo.
Nuestra casa ha
acogido, durante los rigores del invierno, a los hermanos que han tenido
a bien acercarse hasta San Millán de la Cogolla. En ocasiones, han
pasado algunos días entre nosotros; algunas veces, su presencia más
breve era para compartir momentos no del todo alegres. El 2 de febrero
nos desplazábamos con representantes de otras comunidades
agustino-recoletas al pueblo de Aras, Navarra, para dar el último adiós
a don Alfonso, padre de nuestro religioso José Jiménez de Jubera. Algo
similar acontecía el pasado 11 de marzo, cuando participábamos en los
funerales de don Óscar, hermano del padre Juan B. Olarte, que se
celebraron en Treviana, La Rioja.
Poco antes hemos
aludido a los rigores de estos primeros meses de 2003, y ciertamente que
este año los hemos sentido. Los fríos, la lluvia y la mucha nieve nos
han recordado que el invierno en San Millán es algo serio. Algún día nos
hemos visto incomunicados por la cantidad de nieve, situación que ha
quedado sólo en eso: revivir tiempos que teníamos casi olvidados. Los
padres Fortunato Pablo y Félix Alonso pueden dar fe de ello.
P. Juan Ángel Nieto.