CHOTA. PERU
Vaya desde aquí mi
saludo. Nos habíamos quedado con la felicitación de Navidad. Y hasta
Navidad y aun antes nos remontamos para contar nuestra pequeña historia.
Días de ajetreo, porque estábamos de traslado. La casa nueva nos
esperaba y teníamos que ir dejando la que durante tantos años fue
nuestra vivienda. Era pequeña, es cierto, pero no saben cuántas cosas
había dentro. Parecía el cuento de nunca acabar. El 23 de diciembre fue
nuestro primer día comunitario en la nueva casa, aunque todavía
seguíamos atendiendo la catedral. Llegó y pasó navidad, y hubo presencia
los ilustres visitantes que nos iban a acompañar en la consagración de
la nueva parroquia Santa Mónica. Vía Cajamarca vinieron Ismael Ojeda y
Javier Tello, de Venezuela; y Daniel Ayala, Pedro Merino, Rafael Nieto y
José Ramón Pérez, de España. Los acompañaba el vicario provincial, José
Miguel Lerena. Vía Huambos, lo hicieron César León, Nerio Ramírez y Paco
Hernáez, éste junto con un hermano y sobrino procedentes de España.
Todos juntos, y con
mucho ruido de cohetes, despedimos el año viejo, tan viejo que se nos
fue sin luz y sin permitirnos comer las uvas. Pero eso importaba poco
porque el nuevo comenzaba con fiesta grande. Con la presidencia de
nuestro obispo, monseñor José Carmelo Martínez, y la compañía de
religiosos, sacerdotes y fieles tuvo lugar la consagración de la
parroquia Santa Mónica. Leídos el documentos para erigir la nueva
parroquia y el nombramiento del nuevo párroco, padre Alfonso Lozano, se
abrieron las puertas para continuar la celebración. Como suele ocurrir
en estas ocasiones, siempre hay algún duende que juega malas pasadas; en
este caso, la megafonía. Y es que el amplificador tenía truco que sólo
después de la ceremonia pudimos descubrir. Terminada la celebración
religiosa, se completó la fiesta con un brindis y un apetitoso almuerzo.
Pasados un par de días
con nosotros, los ilustres visitantes se volvieron a sus tierras.
Nosotros teníamos que continuar con el programa. El siguiente acto era
la entrega de la catedral al señor obispo, para que él dispusiera lo
mejor. La fecha escogida fue el 5 de enero, en la misa de 19.00 horas.
Hecha la reseña histórica por el padre José Miguel Lerena, el padre José
Estebas entregó las llaves al señor obispo, y despidiéndose de todos,
sin despedirse se fue; en este caso, se fueron. Los días 7 y 8 de enero
tuvo lugar la habitual asamblea del presbiterio para programar las
actividades pastorales del nuevo año.
Una vez celebrado
—mariachis incluidos— el cumpleaños del prior, padre Alfonso, comenzó el
éxodo hacia Lima para los ejercicios espirituales, asamblea anual de la
vicaría, vacaciones, visitas médicas y lo que se acostumbra en estas
ocasiones. Primero salió Javier Arellano, después José Estebas y Alfonso
Lozano. Por cierto, que el padre Alfonso tuvo quebraderos de cabeza (ya
solucionados) con sus papeles de residente, emigrante o lo que
corresponda. Y como lo bueno acaba pronto, enseguida de vuelta a Chota,
porque esperaba la puesta en marcha de la nueva parroquia. Alguno
llegaba de Lima con sorpresa debajo el brazo; nos referimos al padre
José Estebas, que guardaba su patente de destino a Huambos. El 19 de
febrero fue la despedida; despedida, pero menos, porque Huambos sigue
estando cerca. Cargadito con sus cosas —hay quien contó veintiséis
cajas— se fue sin ruido dejando atrás los cariños de Chota y los
lamentos de los que habían sido sus parroquianos: "—Pobrecito con el
frío que hace en Huambos". Soy testigo de que le va bien allí: ha
engordado algún kilo, y tiene color más serrano. Gracias, Pepito (o
José). Que Dios te recompense el trabajo en esta tierra y te guíe en tu
nuevo destino.
Y con la llegada del
nuevo párroco comenzó la constitución de la nueva parroquia: censo,
asambleas, visitas domiciliarias... Y la nueva hoja parroquial, que
lleva el nombre de El Sembrador–2.
La ordenación de dos
nuevos sacerdotes de la prelatura y el cumpleaños de José Luis han sido
motivos para reunirnos con la comunidad de Huambos, y programar las
reuniones anuales conjuntas. Por cierto, en estos días recibimos la
visita del padre Jesús Rodríguez, a quien le agradecemos el detalle.
Terminamos nuestra
crónica deseándoles una feliz Pascua de Resurrección, y recordándoles
que tenemos un nuevo prefijo telefónico: no es el 44 sino el 76.
Radio
Santa Mónica
Se ha pasado por un
momento un tanto traumático en el cambio de año. Los antiguos
trabajadores (ya no queda ninguno) se descolgaron con unas pretensiones
económicas exorbitantes, y como no podíamos acceder a sus peticiones, se
marcharon. Ello supuso un nuevo esfuerzo y volver a empezar. Fueron días
de aprendizaje para los nuevos trabajadores y para los voluntarios que
pusieron su granito de arena. Todo esto hizo imposible el viaje de
Jacinto y José Luis a Lima, ya que debieron desempeñar nuevas tareas y
responsabilidades para que la radio siguiese funcionando con las
garantías y calidad con que lo ha hecho siempre. A estas alturas del año
les podemos decir que la plantilla está prácticamente configurada, y —lo
más importante— se han recuperado el sentido de familia y la
responsabilidad en el trabajo que habíamos perdido con el año viejo.
Por lo demás, ya nos
concedieron oficialmente la nueva frecuencia de AM, que será de 610 Khz.
Ahora sólo falta la llegada del nuevo trasmisor (las cosas de la aduana,
como las de palacio, van despacio) para dar por completado el proyecto
"Voz de los sin voz". En estos momentos podemos decirles que Radio Santa
Mónica goza de buena salud. Hasta la próxima.
P. José Luis Untoria.