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Martes Santo, 15 de abril de 2003. Número 41

 

 

Jornadas en Perú

 

 

En la noche del 25 de diciembre y con el fin de participar en las jornadas establecidas por el último capítulo de la provincia San José, llegaban a Lima los consejeros provinciales, padres Daniel Ayala, José Ramón Pérez, Pedro Merino y Rafael Nieto. Horas más tarde, lo hacían el vicario de Venezuela, padre Ismael Ojeda, y los consejeros, padres César Augusto Rosales, Jorge Alberto Salgado y Francisco Javier Tello. El retraso de los vuelos obligó a pernoctar en Lima en vez de hospedarse en el lugar programado. Al día siguiente, a primeras horas, los antes mencionados, el prior provincial, padre Fortunato Pablo, el vicario de Perú, padre José Miguel Lerena, y los consejeros de la vicaría de Perú, padres Juan José Ceballos, Ricardo Rebolleda, Agustín Alberto Lira y Gregorio Sancho se hallaban en el seminario San Ezequiel Moreno, de donde partían en autobús a Pachacámac. La casa había sido preparada para la ocasión, y a las 11.00 horas comenzaban las sesiones de trabajo.

 

Abría las jornadas el prior provincial con el saludo de bienvenida, y excusaba la ausencia del padre Ángel Morrás, por enfermedad. A continuación, el padre José Ramón Pérez señalaba el plan de trabajo, se establecía el horario y se nombraban secretario y responsables de los diversos oficios. Eran ya la 13.30 horas y el almuerzo a punto.

 

La tarde estuvo dedicada a las ordenaciones capitulares sobre espiritualidad. Bajo la moderación del padre Pedro Merino, escuchamos en primer lugar los informes de los padres Pedro Merino, Ismael Ojeda y Ricardo Rebolleda. A continuación, diálogo e intervenciones particulares que se centran, sobre todo, en la importancia y frecuencia de las reuniones comunitarias. Se consideró necesario mantener y potenciar las asambleas anuales. Por otra parte, respecto a la integración comunitaria de religiosos de distintas nacionalidades, se habló de la necesidad de motivar la inculturación hacia dentro —comunidad religiosa— y hacia fuera —ministerio pastoral—, y de la disponibilidad de cada religioso para insertarse en la comunidad y ministerio adonde es enviado. El trabajo de la jornada termina con la eucaristía, que preside el padre José Miguel Lerena. En la noche, en ambiente navideño, unos disfrutan de amena conversación a la fresca en el bohío del jardín, otros aprovechan para recordar los nuevos y los viejos tiempos en Roma.

 

El día 27 modera el padre José Ramón Pérez. Se dedica la mañana a las ordenaciones relativas a la promoción vocacional y formación. Después de los informes de los padres José Ramón Pérez, César Augusto Rosales y Agustín Lira, es el momento de las intervenciones en las que se van remarcando el papel de cada comunidad para suscitar, acoger y formar las vocaciones, y la labor del orientador local. La formación inicial, especialmente la etapa del prenoviciado, nos ocupa casi el resto de la mañana. Se fijó la semana de Pascua del 2003 como fechas para el encuentro de promotores vocacionales y formadores, que tendrá lugar en Lima. En cambio, pareció oportuno diferir hasta el 2004 el encuentro de religiosos jóvenes.

 

En la tarde volvemos a la tarea centrados en el estudio de las ordenaciones de apostolado. Los padres Rafael Nieto, Daniel Ayala, Jorge Alberto Salgado, Gregorio Sancho y Juan José Ceballos detallan la realidad de la provincia en este campo. En el receso, compartimos con monseñor Ramón Gurruchaga, obispo de Lurín, que nos hace una visita de cortesía; nos habla de las necesidades de su diócesis y, entre bromas y risas, comenta la situación de la Iglesia de Lima y recuerda algunas anécdotas personales. Volvemos a la sala de reuniones y dialogamos sobre lo expuesto en los informes, especialmente sobre los planes parroquiales, la pastoral juvenil y familiar, el centro misional en Venezuela o la necesidad de renovar las instalaciones de los colegios. También hoy la eucaristía cierra la jornada de trabajo. La preside el padre Ismael Ojeda, que aun con la limitación de tiempo, no quiere privarnos de sus abundosas reflexiones en torno al mensaje de la Palabra escuchada en la fiesta de san Juan evangelista. Durante el recreo de la noche, saboreamos unos dulces y licores traídos de Venezuela y España. En el exterior hace frío y no apetece salir.

 

La jornada del día 28 se inicia con la eucaristía, que preside el prior provincial, quien en la homilía nos invita a vivir nuestro compromiso religioso en el ejemplo y testimonio martirial. Modera las sesiones el padre Daniel Ayala. La mañana se dedica a las ordenaciones de gobierno y economía. La primera sesión la completan las exposiciones del prior provincial y de los vicarios. Después del receso, es el turno de las preguntas e intervenciones particulares. La casa de espiritualidad de San Millán ocupa un tiempo considerable. El almuerzo, con sabor a despedida, resulta especial. Además de los entremeses traídos de Salamanca, don Vicente ha preparado ceviche y un suculento pavo al horno, que por cierto puso a más de uno a correr en los días sucesivos. El padre Agustín nos obsequia con tarta y helado, broche de la rica mesa.

 

En la tarde nos reunimos para las conclusiones. El padre Gregorio Sancho, que ha actuado como secretario, presenta el borrador de los acuerdos y conclusiones. Una vez aprobado todo, se da al padre José Ramón Pérez un voto de confianza para la redacción final. A las 17.30 el prior provincial daba las gracias por la asistencia y trabajo, y clausuraba oficialmente las jornadas. Hacia las 19.00 horas, el padre José Miguel Lerena nos llevaba de nuevo a Lima en autobús.

 

El día 29, domingo, nos distribuimos por las casas de Lima para colaborar en las tareas parroquiales, y de ese modo visitamos las comunidades. El día 30 de madrugada salimos rumbo a Chota, vía Cajamarca. El padre Fortunato Pablo se quedaba en Lima, puesto que debía regresar a España el día 1 de enero; también, el padre Cesar Rosales, que tenía viaje a Venezuela el mismo día 30. En Chota, en buena fraternidad y en compañía del señor obispo y del hermano y sobrino del padre Francisco Hernáez, pasamos la noche vieja y recibimos el nuevo año con cohetes y tracas, que en las manos de José Miguel y Tello hacían temblar las sólidas paredes del nuevo convento.

 

A media mañana del 1 de enero tuvo lugar la consagración de la nueva iglesia Santa Mónica. Al día siguiente volvían a Lima los padres Ismael Ojeda y Javier Tello. Algunos, guiados por el padre José Estebas, recorrían la campiña chotana aventurándose a llegar a lomos de caballo hasta el caserío de Utchuclachulit. El día 3 emprendían la vuelta hacia Chiclayo con paradas en Cochabamba, Huambos y Llama. En la tarde del día siguiente llegaban a Lima, y en la noche de Reyes emprendían viaje a Madrid.

P. José Ramón Pérez.

 

 

 

 

 

   


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