En la noche del 25 de
diciembre y con el fin de participar en las jornadas establecidas por el
último capítulo de la provincia San José, llegaban a Lima los consejeros
provinciales, padres Daniel Ayala, José Ramón Pérez, Pedro Merino y
Rafael Nieto. Horas más tarde, lo hacían el vicario de Venezuela, padre
Ismael Ojeda, y los consejeros, padres César Augusto Rosales, Jorge
Alberto Salgado y Francisco Javier Tello. El retraso de los vuelos
obligó a pernoctar en Lima en vez de hospedarse en el lugar programado.
Al día siguiente, a primeras horas, los antes mencionados, el prior
provincial, padre Fortunato Pablo, el vicario de Perú, padre José Miguel
Lerena, y los consejeros de la vicaría de Perú, padres Juan José
Ceballos, Ricardo Rebolleda, Agustín Alberto Lira y Gregorio Sancho se
hallaban en el seminario San Ezequiel Moreno, de donde partían en
autobús a Pachacámac. La casa había sido preparada para la ocasión, y a
las 11.00 horas comenzaban las sesiones de trabajo.
Abría las jornadas el
prior provincial con el saludo de bienvenida, y excusaba la ausencia del
padre Ángel Morrás, por enfermedad. A continuación, el padre José Ramón
Pérez señalaba el plan de trabajo, se establecía el horario y se
nombraban secretario y responsables de los diversos oficios. Eran ya la
13.30 horas y el almuerzo a punto.
La tarde estuvo
dedicada a las ordenaciones capitulares sobre espiritualidad. Bajo la
moderación del padre Pedro Merino, escuchamos en primer lugar los
informes de los padres Pedro Merino, Ismael Ojeda y Ricardo Rebolleda. A
continuación, diálogo e intervenciones particulares que se centran,
sobre todo, en la importancia y frecuencia de las reuniones
comunitarias. Se consideró necesario mantener y potenciar las asambleas
anuales. Por otra parte, respecto a la integración comunitaria de
religiosos de distintas nacionalidades, se habló de la necesidad de
motivar la inculturación hacia dentro —comunidad religiosa— y hacia
fuera —ministerio pastoral—, y de la disponibilidad de cada religioso
para insertarse en la comunidad y ministerio adonde es enviado. El
trabajo de la jornada termina con la eucaristía, que preside el padre
José Miguel Lerena. En la noche, en ambiente navideño, unos disfrutan de
amena conversación a la fresca en el bohío del jardín, otros aprovechan
para recordar los nuevos y los viejos tiempos en Roma.
El día 27 modera el
padre José Ramón Pérez. Se dedica la mañana a las ordenaciones relativas
a la promoción vocacional y formación. Después de los informes de los
padres José Ramón Pérez, César Augusto Rosales y Agustín Lira, es el
momento de las intervenciones en las que se van remarcando el papel de
cada comunidad para suscitar, acoger y formar las vocaciones, y la labor
del orientador local. La formación inicial, especialmente la etapa del
prenoviciado, nos ocupa casi el resto de la mañana. Se fijó la semana de
Pascua del 2003 como fechas para el encuentro de promotores vocacionales
y formadores, que tendrá lugar en Lima. En cambio, pareció oportuno
diferir hasta el 2004 el encuentro de religiosos jóvenes.
En la tarde volvemos a
la tarea centrados en el estudio de las ordenaciones de apostolado. Los
padres Rafael Nieto, Daniel Ayala, Jorge Alberto Salgado, Gregorio
Sancho y Juan José Ceballos detallan la realidad de la provincia en este
campo. En el receso, compartimos con monseñor Ramón Gurruchaga, obispo
de Lurín, que nos hace una visita de cortesía; nos habla de las
necesidades de su diócesis y, entre bromas y risas, comenta la situación
de la Iglesia de Lima y recuerda algunas anécdotas personales. Volvemos
a la sala de reuniones y dialogamos sobre lo expuesto en los informes,
especialmente sobre los planes parroquiales, la pastoral juvenil y
familiar, el centro misional en Venezuela o la necesidad de renovar las
instalaciones de los colegios. También hoy la eucaristía cierra la
jornada de trabajo. La preside el padre Ismael Ojeda, que aun con la
limitación de tiempo, no quiere privarnos de sus abundosas reflexiones
en torno al mensaje de la Palabra escuchada en la fiesta de san Juan
evangelista. Durante el recreo de la noche, saboreamos unos dulces y
licores traídos de Venezuela y España. En el exterior hace frío y no
apetece salir.
La jornada del día 28
se inicia con la eucaristía, que preside el prior provincial, quien en
la homilía nos invita a vivir nuestro compromiso religioso en el ejemplo
y testimonio martirial. Modera las sesiones el padre Daniel Ayala. La
mañana se dedica a las ordenaciones de gobierno y economía. La primera
sesión la completan las exposiciones del prior provincial y de los
vicarios. Después del receso, es el turno de las preguntas e
intervenciones particulares. La casa de espiritualidad de San Millán
ocupa un tiempo considerable. El almuerzo, con sabor a despedida,
resulta especial. Además de los entremeses traídos de Salamanca, don
Vicente ha preparado ceviche y un suculento pavo al horno, que por
cierto puso a más de uno a correr en los días sucesivos. El padre
Agustín nos obsequia con tarta y helado, broche de la rica mesa.
En la tarde nos
reunimos para las conclusiones. El padre Gregorio Sancho, que ha actuado
como secretario, presenta el borrador de los acuerdos y conclusiones.
Una vez aprobado todo, se da al padre José Ramón Pérez un voto de
confianza para la redacción final. A las 17.30 el prior provincial daba
las gracias por la asistencia y trabajo, y clausuraba oficialmente las
jornadas. Hacia las 19.00 horas, el padre José Miguel Lerena nos llevaba
de nuevo a Lima en autobús.
El día 29, domingo, nos
distribuimos por las casas de Lima para colaborar en las tareas
parroquiales, y de ese modo visitamos las comunidades. El día 30 de
madrugada salimos rumbo a Chota, vía Cajamarca. El padre Fortunato Pablo
se quedaba en Lima, puesto que debía regresar a España el día 1 de
enero; también, el padre Cesar Rosales, que tenía viaje a Venezuela el
mismo día 30. En Chota, en buena fraternidad y en compañía del señor
obispo y del hermano y sobrino del padre Francisco Hernáez, pasamos la
noche vieja y recibimos el nuevo año con cohetes y tracas, que en las
manos de José Miguel y Tello hacían temblar las sólidas paredes del
nuevo convento.
A media mañana del 1 de
enero tuvo lugar la consagración de la nueva iglesia Santa Mónica. Al
día siguiente volvían a Lima los padres Ismael Ojeda y Javier Tello.
Algunos, guiados por el padre José Estebas, recorrían la campiña chotana
aventurándose a llegar a lomos de caballo hasta el caserío de
Utchuclachulit. El día 3 emprendían la vuelta hacia Chiclayo con paradas
en Cochabamba, Huambos y Llama. En la tarde del día siguiente llegaban a
Lima, y en la noche de Reyes emprendían viaje a Madrid.
P. José Ramón Pérez.