Excmo. Mons. José
Carmelo Martínez, hermanos sacerdotes, queridos hermanos:
Era el 8 de enero de
1945 cuando el padre Isidoro Areitio, en nombre de nuestra Orden de
Agustinos recoletos se hacía cargo de la parroquia Todos los Santos de
Chota, hasta la toma de posesión del primer párroco agustino recoleto,
el padre Ángel Latorre, que venía acompañado del padre Prudencio Baños.
Así respondía el señor obispo de Cajamarca al clamor de la población de
la ciudad, que había reclamado nuestra presencia en la misma, sabedora
del buen hacer de nuestros hermanos en Cutervo.
Nuestros superiores no
han dejado de preocuparse, desde entonces, por que en esta ciudad y
parroquia hubiera suficientes sacerdotes para atenderla. Muchas páginas
necesitaríamos para destacar el esfuerzo evangelizador de nuestros
hermanos agustinos recoletos; muchos nombres se nos quedarían en el
tintero, si quisiéramos resaltar el trabajo de todos ellos. Queden en
los corazones agradecidos que los supieron apreciar y acoger —a algunos
de forma definitiva—, como lo ha hecho este bendito suelo con monseñor
Florentino Armas y monseñor José Arana, los dos primeros obispos
prelados de Chota, y con el padre Agustín Gurría.
Deseo mencionar
especialmente el acontecimiento que llenó de alegría a todo este pueblo:
la recuperación de la imagen de nuestra Madre la Virgen de Chota, merced
a los desvelos del padre Pedro Senosiáin, felizmente culminados por el
entonces párroco, padre José Arana. Nuestra Madre se convirtió en punto
de referencia de la devoción y sentido cristiano, tanto del pueblo como
de las comunidades campesinas que ella visitó en medio del fervor
popular, con el fruto de infinidad de bautismos y matrimonios realizados
bajo su amparo.
A partir del año 1963,
nuestra presencia cobra especial importancia al ser creada la prelatura
de Chota, desmembrando de la diócesis de Chiclayo las dos provincias
civiles de Chota y Cutervo, y ser nombrado administrador apostólico de
la prelatura nuestro hermano monseñor Florentino Armas Lerena. Chota se
convertía así en punto de referencia misional para nuestra Orden y,
especialmente, para la provincia San José, como manifestación de nuestro
espíritu misionero. Las vivencias de nuestros hermanos en esta iglesia
de Chota, trasmitidas a través de conversaciones, cartas, crónicas y
publicaciones, fueron acicate vocacional para muchos de nosotros que,
años más tarde, vivimos la experiencia de trabajar entre ustedes.
Sería interminable
enumerar los campos de trabajo atendidos por nuestros religiosos en
estos ochenta y cinco años: catequesis a todos los niveles, fomento de
la religiosidad a través de las novenas y actos de piedad, asesoría de
grupos y movimientos cristianos, atención sacramental a toda hora,
visitas a las comunidades campesinas y a los enfermos, labor
evangelizadora tanto desde el púlpito como desde las aulas de los
colegios y escuela normal, la publicación de la hoja parroquial El
Sembrador que ha superado el número 1.614, el aporte de nuestros
religiosos en el campo cultural a través de los diversos medios a
nuestro alcance, hoy especialmente a través de radio santa Mónica...
Importante —no lo
principal— ha sido nuestra contribución en obras materiales, unas con la
colaboración de los fieles, otras con apoyo del exterior gestionado por
nuestros religiosos, de la que dan fe la casi total remodelación de la
iglesia y el camarín de la Virgen, la construcción de la casa y salones
parroquiales, la dirección de la construcción del seminario, actual
residencia del señor obispo, y de la escuela Normal, las numerosas
capillas en el campo y otras obras de desarrollo social, sobre todo la
fundación de la cooperativa Todos los Santos, como promotora del
desarrollo económico y familiar de tantos vecinos de Chota.
Cada uno de ustedes
habrá podido experimentar —y muchos participar en él— el esfuerzo
evangelizador de nuestros hermanos encaminado todo él, tanto espiritual
como materialmente, a la promoción de la dignidad de la persona,
considerando a todos como hermanos por ser hijos de Dios, al avivar el
espíritu solidario de toda la familia chotana. Ésta ha sido y es la
razón principal de nuestro ser y vivir entre ustedes. Ésta queremos que
sea la obra más recordada y agradecida. De poco o nada servirían todas
las demás, si no hemos llegado a conseguir ésta. Quiera el señor
bendecir y hacer fructificar nuestra labor con realidades gozosas de
solidaridad y amor cristiano, con el incremento de la fe y el compromiso
cristiano y con abundancia de vocaciones al sacerdocio y la vida
religiosa, prueba de la madurez de una comunidad de fe, como respuesta
generosa a su amor, para el servicio de otros hermanos.
Ahora bien, uno de los
elementos de la vida religiosa es el voto de pobreza, que nos compromete
a vivir sin aferrarnos a ninguna propiedad, aunque sea un trabajo
apostólico. Además, como Orden religiosa y misionera, una
responsabilidad muy importante de nuestro quehacer apostólico es ayudar
a que la misión crezca y madure, especialmente a través de las
vocaciones al sacerdocio, de tal manera que, como un hijo mayor, pueda
proseguir su camino. Hoy podemos dar gracias a Dios por el número de
sacerdotes que han ido surgiendo en la prelatura. Por ello sabedores de
que nuestra misión es pasajera, fuimos poniendo en manos de estos
hermanos en el sacerdocio la mayoría de las parroquias de la misma. Hoy
lo hacemos con esta parroquia Todos los Santos, conscientes de la
madurez de la comunidad parroquial, conscientes también de que toda
separación supone cierto momento de dolor o añoranza.
"Despidiéndose de
todos, sin despedirse se fue", así glosaba un poeta la salida de un
hermano nuestro de la prelatura. Los agustinos recoletos nos despedimos
hoy, pero no nos vamos. Gracias a la generosidad del pueblo chotano que
puso la primera piedra —en este caso la primera parcela— nuestra Orden,
con un considerable esfuerzo económico, ha optado por la permanencia en
Chota edificando un centro parroquial para el servicio de esta iglesia
local. Además de la atención a la nueva parroquia Santa Mónica, estamos
comprometidos en otros servicios en la prelatura a través de la gestión
de Caritas y el programa de promotores de salud como elementos para el
desarrollo humano; la organización de los cursillos de catequistas
animadores de la fe en las comunidades campesinas; y la dirección de la
emisora Radio Santa Mónica, excelente medio de comunicación y
evangelización, no sólo en la prelatura, sino en otras provincias
limítrofes.
Elevamos al Señor
nuestra acción de gracias por la labor realizada; pedimos perdón también
por los errores que hayamos podido cometer, y dirigimos a Él nuestra
oración para que esta comunidad parroquial siga creciendo en número y
fervor como manifestación de la fuerza salvadora del evangelio, que
nuestros padres han ido sembrando en los corazones de todos los chotanos.
¡Virgen Inmaculada de
Chota, bendice y protege a este tu pueblo, y sigue alentando el espíritu
de fe, amor y caridad en todos tus hijos que te aclaman como Madre y
valedora en sus trabajos y tribulaciones! Que así sea.
P. José Miguel Lerena.