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Número  43 

ESPECIAL OTOÑO 2003

lunes, 06 de octubre de 2003

Celebramos los 125 años de presencia en el Monasterio de Yuso de San Millán

 

 

SALAMANCA. ESPAÑA

Curso de renovación

 

P. Jesús Lerena


Han realizado el curso 9 religiosos de la provincia San Nicolás, 5 de La Consolación, 2 de Santo Tomás; 2 de San José y 2 de San Ezequiel. En total, 20 religiosos. El equipo directivo estaba compuesto por un religioso de cada provincia participante.

 

Entre los asistentes, había un provincial (San José) y dos exprovinciales (San Nicolás y San Ezequiel). De ahí que en la mesa redonda que se tuvo al final del curso hubiera alta representación de todas las provincias presentes: tres provinciales (Santo Tomás, San José y La Consolación) y dos exprovinciales (San Nicolás y San Ezequiel). Días antes habíamos recibido la visita del actual provincial de San Nicolás, padre Rafael Mediavilla, quien también tuvo ocasión de ponernos al corriente de su provincia. El curso fue clausurado por el prior general, padre Javier Guerra, que presentó una ponencia sobre la tercera edad. Después de cada una de las charlas se ofreció ocasión para el diálogo, aspecto este destacable sobre las reuniones en grupo, pues solamente hubo tres y una puesta en común.

 

En cuanto a la edad de los participantes, la media fue de 57,55 años; el mayor, hermano Patrick, tenía 75 años, y el más joven, 29 años, el José María Sánchez, miembro del equipo. La mayoría no había participado en ningún curso, al menos en Europa. Algunos lo habían realizado en América.

 

Al final se efectuó una evaluación general escrita y una puesta en común. El resultado ha sido altamente positivo, aunque no faltan opiniones que contrastan en determinados aspectos por parte de algún participante. Las críticas al curso solían venir más de los que hasta ahora no lo habían hecho, aunque a veces se oían voces de que debiera ser algo más corto y quizá más intenso. También se ha hablado de un curso que dé preferencia a la renovación, entendiendo el término en sentido espiritual.

 

A lo largo del curso celebramos con alegría la fecha de las bodas de plata sacerdotales del padre Ángel Chamorro. Ha habido también otros aniversarios, tanto de profesión religiosa como de sacerdocio, de varios religiosos. No faltó el recuerdo del 7 de julio, pues un buen grupo de religiosos era de Navarra. Aunque en diferido, se pudieron ver todos los encierros pamplonicas. Otros ratos de esparcimiento lo constituyeron las excursiones del sábado, con un recorrido que satisfizo a todos, a juzgar por la nota que obtuvo en la evaluación: la más alta de todas. Como es costumbre en esta casa, el bosquecillo sirvió de marco inmejorable para degustar en la última tarde una buena parrillada preparada al toque por el padre Pedro Merino. El tiempo acompañó en este día y en todo el curso, a excepción de la segunda semana, en la que sentimos algo más el calor propio del verano.

 

Durante el curso no estuvimos solos. Ello ha supuesto algún sacrificio en cuanto a las habitaciones por la dispersión y la falta de baño completo en algunas de ellas. Nos acompañaron, a veces con algo más de ruido de lo normal, unos ochenta participantes en un curso de inglés organizado por Feyda, así como otro grupo de treinta personas —niños y monitores— de la parroquia madrileña Santa Florentina durante dos semanas. Un año más han vivido en julio y agosto con nosotros religiosos de otras provincias y religiosas de congregaciones que trabajan en Andalucía, para seguir los curso de formación del P. Rulla, sacerdote jesuita ya fallecido.

 

La bella ciudad de Salamanca ha acogido una vez más un curso de renovación. Quienes la conocían y los que sólo tenían referencias de ella han quedado encantados de los edificios y de la juventud que en verano y en invierno abarrota las calles. Pero lo más sobresaliente ha sido el ambiente que ha reinado dentro de la comunidad. No han faltado los juegos de mesa y de frontenis, las conversaciones llenas de anécdotas y recuerdos, acompañadas de una refrescante bebida en los recreos comunitarios. Y para anécdota, el susto que pasaron en el barrio de Los Pizarrales dos miembros del curso a los que se les fue un poco la lengua. A alguno le recordó algo el ambiente de cierto barrio neoyorquino.

 

Como resumen y conclusión de estas notas, valgan las palabras de la carta de uno de los participantes en el curso: «Estoy convencido de que el curso fue muy bien programado y llevado a cabo… Lo que sí tengo presente es la responsabilidad de todos los cursillistas de ser renovadores en nuestras comunidades respectivas locales. Fue un cúmulo de reflexiones y de bienes espirituales que todos podemos, si queremos, poner al servicio de los demás. Desde luego, que la convivencia realizada durante el curso será apetecida por tantas comunidades OAR de nuestros días».

 

 


 

 

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